Sin necesidad de una gran puesta en escena y con 50 modelos que reflejan su versatilidad y posibilidades, la exposición "little black dress" plasma hasta el próximo 22 de septiembre en París cómo ha sabido prolongar su reinado en el mundo de la moda a través de los años.
El responsable de ese despliegue en el Mona Bismarck American Center es el estadounidense Museo de Arte SCAD, que recurre a creaciones de Chanel, Yves Saint Laurent, Givenchy, Marc Jacobs o Donnah Karan para mostrar que todo diseñador que se precie se ha aventurado a reinterpretarlo.
"Es como un lienzo en blanco en el que pueden trabajar todos los detalles del diseño. Ante la ausencia de color, pueden centrarse en otras cosas, como la textura o la silueta", explica a EFE la directora de Iniciativas Creativas del SCAD, Molly Rowe.
Encajes, tul, seda e incluso neopreno demuestran que cualquier tejido es válido, y que el resultado atraviesa prejuicios y géneros, como demostró Jacobs el año pasado al acudir a la Gala del Met con un vestido camisero de Comme des Garçons que acaparó todo el protagonismo y que ha sido donado temporalmente para esta muestra.
Chanel lo creó a finales de los años veinte, en un momento en que tras la I Guerra Mundial "gran parte del mundo estaba de luto y que el negro era el uniforme diario para mujeres de todas partes", y lo hizo corto y holgado, válido para cualquier cuerpo, y patrón de creaciones futuras.
"Sigue siendo la pieza más icónica en el armario de una mujer. Los diseñadores vuelven constantemente a él, y desde entonces no hay ninguna otra prenda que haya conseguido ese estatus", añade la experta, vestida ella también con una de las muchas versiones del mismo.
La exposición, más que analizar su evolución, deja constancia de su omnipresencia histórica y contemporánea, y cuenta como comisario con André Leon Talley, colaborador de la revista Vogue y mano derecha de la influyente Anna Wintour, directora de su edición estadounidense.
La única regla a la hora de crearlo o llevarlo, según el mantra de Leon repetido por Rowe, es que "no hay reglas", y esa es según ambos la belleza del mismo, y su "brillantez".
Aunque Coco Chanel le diera forma y Hepburn contribuyera a que haya pasado a la Historia, mujeres de todo tipo y condición recurren también a ese "lienzo en blanco", apto para cualquier hora del día y situación, y dotado ya de un simbolismo que va más allá de la moda.
"A través de él se pueden percibir diferentes movimientos sociales. A veces como símbolo de moderación, y en los setenta y ochenta, el negro, asociado al punk o al rock, como símbolo de rebelión", añade Rowe.
Difícil decir, según la misma, quién lo ha interpretado mejor, porque también Pierre Cardin, Prada, Stella McCartney, Zac Posen, Lanvin, Balenciaga, Diane Von Furstenberg o Miu Miu, todos ellos reconocidos en la industria y presentes en la exposición, han contribuido al mito.
"Cada diseñador puede interpretarlo a su manera", dice sobre un vestido que ha ampliado su concepción original y casa ya con el largo y con el corto, con el recato y con los pliegues o aberturas estratégicas en escote, pierna o espalda.
Y por eso, según concluyen los organizadores, esta referencia estilística ya democratizada, testigo de los valores de las respectivas épocas, no cede puestos en el trono de la elegancia, y es la prenda a la que recurren diseñadores y usuarias como apuesta segura.