Al recoger su primera muestra de suelo marciano a principios de octubre, el robot dejó al descubierto un pequeño objeto brillante, que despertó la curiosidad de los científicos.
Entre las hipótesis que barajaron fue que podía tratarse de un resto de cable de la nave en la que fue transportado el robot hasta Marte el pasado agosto o del propio Curiosity.
Sin embargo, el interés es aún mayor después de que tras las dos siguientes excavaciones en la zona hayan aparecido más partículas brillantes.
"Tenemos previsto investigar más sobre esas pequeñas partículas brillantes", señaló en teleconferencia el director del proyecto Curiosity del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, Richard Cook, junto a John Grotzinger, científico el Instituto Tecnológico de Pasadena (California).
"No podemos descartar que sean algo hecho por el hombre, pero no creo que lo sean", señaló Grotzinger, quien explicó que en las próximas semanas darán órdenes a la cámara de alta resolución ChemCam para que se acerque a las nuevas partículas y envíe los datos a la Tierra.
La primera misión de Curiosity fue limpiar la zona donde aterrizó de posibles restos, para evitar que la contaminación del entorno pueda afectar a la misión.
Los científicos están trabajando con las sondas que orbitan el Planeta Rojo para documentar las huellas dejadas por el robot ya que creen que los vientos marcianos acabarán por borrarlas.
En paralelo, el robot ha comenzado a utilizar el instrumento para analizar químicamente los minerales (CheMin), en el que ha introducido un fragmento de roca del tamaño de una aspirina, cuyos resultados se conocerán en las próximas semanas.
Durante los dos años que durará su misión, Curiosity utilizará los diez instrumentos que lleva a bordo para comprobar si en el área de estudio que se le ha asignado se dieron las condiciones ambientales favorables para la vida microbiana.