Tanto hoy como ayer, miles de ciudadanos arropados por políticos del opositor Partido Democrático (PD) celebraron manifestaciones en Seúl para protestar contra el acuerdo, que la oposición ha amenazado con revisar si se impone en las elecciones legislativas y presidenciales previstas para este año en el país asiático.
El acuerdo suprimirá en un plazo máximo de cinco años los aranceles del 95 por ciento de los productos que intercambien Corea del Sur y Estados Unidos, cuyo volumen de comercio bilateral superó los 100,000 millones de dólares en 2011.
El tratado promete hacer crecer el PIB surcoreano un 5 por ciento a largo plazo y crear hasta 350,000 puestos de trabajo, mientras que la Oficina Ejecutiva del Presidente estadounidense lo ha calificado como el TLC más importante para Estados Unidos en 16 años.
Corea del Sur, cuya economía depende de las exportaciones en más de un 70 por ciento, ve el TLC como una oportunidad para dar un impulso a sus grandes conglomerados empresariales o "Chaebol", principales motores de crecimiento del país, especialmente en el sector automovilístico.
De este modo, conocidas marcas surcoreanas como Hyundai, Kia o Ssangyong podrán competir en igualdad de condiciones contra sus rivales en el mercado estadounidense, después de que desaparezca el arancel del 2.5 por ciento impuesto a los vehículos en un plazo de cuatro años.
Por su parte, Estados Unidos pretende consolidar la presencia de sus bienes en el mercado de Corea del Sur, y lograr que sus productos del sector primario tengan una importante penetración.
Esto se debe a que dos tercios de los productos agrícolas y ganaderos estadounidenses quedarán libres de aranceles en virtud del TLC puesto hoy en vigor y los restantes gozarán de importantes reducciones en un plazo de cinco años.
Los costos de producción de los bienes agrícolas y ganaderos del país norteamericano rebajan notablemente los de sus competidores de Corea del Sur, país de reducidas dimensiones con una altísima densidad de población donde las labores del campo se realizan en pequeñas explotaciones.
De este modo, el TLC permitirá teóricamente al consumidor surcoreano obtener, por ejemplo, un kilo de carne de ternera estadounidense por un precio inferior al actual de entre 15 y 30 euros, mientras que un kilo del producto surcoreano cuesta hoy entre 30 y 50 euros.
Por este motivo, agricultores y políticos han convocado en el último año diversos actos de protesta contra el tratado, en algunos de los cuales se han producido duros enfrentamientos entre la policía y manifestantes.
Sin embargo, el incidente más grave tuvo lugar el pasado 22 de noviembre en el Parlamento, cuando un diputado detonó un dispositivo de gas lacrimógeno para evitar la ratificación parlamentaria del acuerdo, que finalmente se produjo tras desalojarse provisionalmente la sala.
El incidente fue el último de una larga lista de obstáculos por los que ha pasado el TLC que, pese a ser ratificado en 2007, no fue aprobado por las cámaras de ambos países hasta 2011.