El lanzamiento se produjo a las 10.00 GMT desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa, dentro de la ventana prevista por Arianespace, empresa que operó el despegue.
"La trayectoria es normal, el pilotaje es tranquilo", repetían por megafonía los expertos de Arianespace desde el centro de control Júpiter, al comprobar que la nave respetaba escrupulosamente las previsiones de los científicos, que seguían la evolución del vuelo en las pantallas entre nervios.
Pero dado el arriesgado carácter de la misión de "calificación", denominada VV01, la explosión de júbilo -traducida en aplausos, abrazos y pulgares levantados- no llegó a la sala hasta que la nave terminó de desplegar su carga útil.
"Ya no hay ningún satélite europeo que no pueda ser puesto en órbita por un servicio de lanzamiento europeo", señaló entonces el director general de la ESA, Jean-Jacques Dordain.
El exastronauta agregó que "es un gran día para la ESA, sus Estados miembros y en particular Italia -donde nació Vega-, para la industria Europea y para Arianespace".
En su interior, el lanzador de 30 metros de altura, 137 toneladas de peso y 710 millones de euros de inversión (942 millones de dólares), transporta nueve satélites científicos.
Los científicos, que habían insistido en que el vuelo inaugural tiene carácter experimental, temían que se repitiese el desastre del 5 de junio de 1996, cuando el Ariane 5 explotó durante su primera misión, un minuto después de abandonar la plataforma de lanzamiento, convirtiendo el cohete y su carga en un reguero de piezas incandescentes.
La misión principal del Vega, generado en su mayor parte por la Agencia Espacial Italiana pero en el que también participan Francia, Bélgica, España, Holanda, Suecia y Suiza, consiste en verificar que el lanzador, destinado a colocar en el espacio pequeños satélites con una carga de referencia de 1.500 kilos trasladados a 700 kilómetros de altitud, es seguro, fiable y eficaz.
De esa forma, el lanzador entrará a competir en un mercado de entre 30 y 40 satélites que se ajustan a sus capacidades y que anualmente son puestos en órbita con un precio de unos 32 millones de euros por despegue (42 millones de dólares).
El Vega completará así la gama de lanzadores europeos, sumándose al Ariane 5, para cargas pesadas, y a los rusos Soyuz, que desde el pasado octubre despegan también de Kurú con cargas intermedias.