La reunión se celebró en la sede de la OMC, en el marco del Grupo de Expertos sobre Financiación del Comercio, del que forman parte bancos, instituciones financieras internacionales y organismos de ayuda al desarrollo, con el objetivo de analizar la disponibilidad del crédito en el sistema financiero para impulsar el comercio.
Fuentes diplomáticas indicaron que todos los bancos se mostraron muy negativos sobre la situación -"convencidos de que hay un serio deterioro a la vuelta de la esquina" y de que es inevitable una ralentización del comercio a causa de la falta de dinero-, lo que repercutirá negativamente en la recuperación de las economías.
Las entidades financieras presentes -JP Morgan, BNP, Santander, Standard Chartered, HSBC y Bank of China, entre otros- coincidieron en señalar ante Lamy, según las fuentes, que la situación va a ser muy difícil en los próximos dos o tres años, lo que les obligará a adoptar posiciones defensivas para sanear sus balances financieros.
Esto perjudicará sobre todo a las operaciones en los países pobres y también en regiones emergentes como América Latina, donde se considera que existe un mayor riesgo y un menor beneficio.
Los bancos se quejaron de que encuentran crecientes restricciones para financiar operaciones comerciales por la falta de dólares en el mercado, lo que tiene un gran impacto en el sistema, ya que más del 60% del comercio mundial se realiza en la divisa estadounidense.
El secretario general de la OMC admitió en la reunión que el panorama es "sombrío" y se comprometió a hacer llegar el mensaje a los líderes del G-20 en su próxima cumbre de noviembre en Cannes (Francia) de que hay que favorecer los programas que ayuden a facilitar la circulación de dinero para las operaciones comerciales.
Lamy reconoció también la gravedad del momento, teniendo en cuenta el difícil momento económico internacional y que el comercio es un elemento crucial para impulsar las economías, tanto de los países desarrollados, como de los emergentes y los pobres.
Según los datos de la OMC, más del 90 por ciento de las transacciones comerciales que se realizan en el mundo implica algún tipo de crédito (sobre todo a corto plazo), seguro o garantía.
La OMC califica la financiación del comercio como "el aceite que lubrica" el sistema y recuerda que, en teoría, es una de las vías más seguras de financiación dado la corta vida de la transacción y a que la operación siempre tiene un solido respaldo documental.
La situación no es nueva y la financiación del comercio ya demostró ser extremadamente sensible a los problemas de liquidez a consecuencia de la crisis financiera asiática en 1997, con ejemplos posteriores en el "corralito" argentino en 2002 o las hipotecas basura estadounidenses, germen de la crisis financiera de 2008.
Pero para la OMC, el problema no sólo tiene que ver con la falta de liquidez o el exceso de demanda crediticia en el primer mundo, sino también con que el crédito se ha encarecido mucho para las operaciones de importación y exportación, lo que afecta de igual manera a las economías desarrolladas y a las emergentes.
La OMC cree que la solución pasa por mejorar los flujos de financiación, estimulando el papel de los bancos regionales de desarrollo y del Banco Mundial, y encontrando vías innovadoras.
Por ejemplo, para el crédito al comercio a corto plazo, se plantea que los bancos regionales de desarrollo cofinancien junto a los bancos del sector privado las operaciones de los grandes países emergentes, que afrontan problemas de capacidad financiera.