El monarca, acompañado de la reina Camila, llegó al aeropuerto de Apia alrededor de las 19:10 hora local (6:10 GMT) en un vuelo organizado por las Fuerzas Aéreas de Australia.
Una pequeña comitiva, encabezada por la primera ministra samoana, Naomi Mata'afa, les dio la bienvenida a pie de pista, para acto seguido acudir a una sala donde se celebró una recepción privada.
Tras su llegada, Carlos III descansará, por recomendación médica debido a su estado de salud, antes de iniciar su agenda oficial el jueves.
Entre los actos programados, el monarca visitará un bosque de manglares, donde se reunirá con una comunidad local encargada de restaurar y proteger este ecosistema, además de acudir a eventos con jóvenes y líderes comunales y religiosos.
Carlos III, de 75 años, es conocido por sus campañas de activismo medioambiental y en 2020 describió el calentamiento global y el cambio climático como la mayor amenaza que ha enfrentado la humanidad.
Un tema sobre el que tratará el discurso de apertura que el monarca pronunciará el viernes durante la cumbre de líderes de la mancomunidad británica de naciones, conformada por 56 naciones, muchas de ellas pequeños territorios insulares, con históricos lazos coloniales con el Reino Unido.
El Gobierno de Samoa pretende utilizar la cumbre para promover la acción sobre el cambio climático y exigir a las naciones ricas que reduzcan los subsidios a los combustibles fósiles y aumenten la financiación a los países en desarrollo afectados para ayudarlos a gestionar el impacto de la crisis climática, informa el canal público australiano ABC.
Samoa, con unos 220,000 habitantes, es una de las islas del Pacífico en primera línea de batalla contra la subida del nivel de los océanos y el calentamiento de las aguas, que amenaza su futuro.
Antes de llegar a este país, la pareja real estuvo en Australia, a donde llegó el pasado viernes y desde donde voló esta mañana a Samoa, lugar en el que concluirá su gira el sábado.
La visita a tierras australianas estuvo marcada por la polémica después de que una senadora aborigen increpara a Carlos III, que es jefe de Estado de Australia y otras 14 naciones de la Commonwealth, y denunciara los abusos coloniales en el Parlamento de Camberra.