"Necesitamos un replanteamiento fundamental de la relación entre nuestra economía y el mundo natural. Todos hemos crecido con la idea de que la naturaleza tiene un valor incalculable", dijo durante un discurso en Múnich en el marco de la conferencia "DLD Nature - El futuro de la seguridad y la prosperidad".
Según la presidenta, todavía no es demasiado tarde para forjar un futuro diferente para las nuevas generaciones, para lo cual es necesario "seguir a los pioneros de las nuevas tecnologías y soluciones e invertir decididamente en el ingenio humano", apostar por el cambio y dejar atrás viejos hábitos, aunque implique navegar en aguas desconocidas.
"La buena noticia es que no partimos de cero", dijo, y agregó que en los últimos cinco años, Europa ha dado un gran paso hacia ese futuro.
Entre los ejemplos que citó el fin de la era de los combustibles fósiles rusos dominante en Europa como consecuencia de la guerra de agresión rusa en Ucrania y la apuesta, como respuesta, por acelerar la transición energética.
Si Europa ha logrado cambiar no sólo sus políticas, sino también su mentalidad, en los próximos años será necesario lograr una transformación similar mucho más allá del sector energético, añadió.
Un sistema eficaz de incentivos y recompensas
Si durante generaciones, la humanidad sólo recompensó el saqueo del entorno natural, ahora será necesario recompensar a los que protejan la naturaleza, subrayó.
"Conservar y restaurar la naturaleza tiene un claro interés económico" y "cada vez hay más conciencia de que la naturaleza intacta tiene un valor económico", añadió.
Para que este nuevo tipo de economía crezca y prospere, no hacen falta sólo leyes y normas claras, sino un sistema eficaz de incentivos y recompensas, señaló.
Así, por ejemplo, en el debate sobre el futuro de la agricultura, sólo si los agricultores pueden vivir de su tierra, invertirán en prácticas más sostenibles, por lo que son necesarias nuevas herramientas financieras para compensarles por los costes adicionales.
Otro sistema podría ser uno de créditos de naturaleza como forma para recompensar a las comunidades locales y a los agricultores, que prestan "servicios ecosistémicos" a modo de lo que se hace ya con el carbono, indicó.