El lanzamiento se produjo a las 22.50 hora local (01.50 GMT del día 5) y está previsto que el satélite se separe del cohete a los 57 minutos y 20 segundos, para quedar situado en una órbita a unos 780 kilómetros.
El despegue se produce un día más tarde de lo previsto, pues ayer fue suspendido debido a problemas eléctricos en los enlaces terrestres, según informó la Agencia Espacial Europea (ESA), que reprogramó el lanzamiento para 24 horas más tarde.
El satélite forma para de la familia Sentinel, integrada en el programa Copernicus, de la Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA), que observa nuestro planeta y da información precisa y actualizada para mejorar la gestión del medio ambiente, comprender y mitigar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad ciudadana.
El nuevo Sentinel-2C sustituirá paulatinamente en sus funciones al Sentinel-2A, lanzado en 2015. La misión Sentinel-2 es una constelación de dos satélites, originalmente A y B, que vuelan en la misma órbita separados 180 grados; juntos cubren cada cinco días todas las superficies terrestres, grandes islas y aguas costeras.
El reemplazo del Sentinel-2B (lanzado en 2017) está previsto que se produzca a finales de 2028 con Sentinel-2D
El satélite lanzado ahora está equipado con una cámara multiespectral de alta resolución, que proporcionará imágenes continuas con resoluciones de 10, 20 y 60 metros y una anchura de barrido única de 290 kilómetros, según información de la ESA.
Los datos de Sentinel-2C tendrán aplicaciones en agricultura, vigilancia de la calidad del agua, gestión de catástrofes naturales (incendios forestales, volcanes, inundaciones) y en la detección de emisiones de metano.
Entre sus funciones, proporcionará imágenes que permitan distinguir entre distintos tipos de cultivos, así como datos sobre numerosos índices de vegetación, ayudando a controlar la salud de los cultivos y predecir el rendimiento
Además dará información especialmente útil para el seguimiento de los ecosistemas naturales, ya que puede diferenciar entre distintos tipos de vegetación y ofrece datos sobre variables biofísicas como el índice de área foliar y el contenido de clorofila y agua de las hojas.
Gracias a sus imágenes, se puede controlar la deforestación, evaluar la salud de los ecosistemas y ofrecer datos en tiempo real en caso de emergencias, como incendios forestales o inundaciones.
El lanzamiento de hoy pone fin a doce años de servicio de los cohetes Vega, el lanzador más pequeño de la ESA, durante los que realizó 22 misiones.
Su reemplazo será el lanzador Vega-C, una versión mejorada, más potente y que puede albergar cargas útiles más grandes, el cual podría estar de nuevo operativo a finales de noviembre.
Vega-C realizó un vuelo inaugural exitoso en junio de 2022, pero seis meses más tarde su primera misión comercial acabó en fracaso, debido a problemas con el motor Zefiro-40 de la segunda etapa del cohete.
Tras los cambios necesarios, el motor superó un test el pasado mayo y está previsto que se someta a otra prueba en octubre.