El filme reconstruye los sesenta años de relación del escritor y su mujer, mediante entrevistas, documentos inéditos y testimonios de amigos de la pareja, entre ellos los de los cantautores cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés o el expresidente uruguayo José Mujica.
La relación, como sacada de “esos cuentos de hadas entre adolescentes que son vecinos, entre una casa y la otra”, estuvo marcada desde sus inicios por un “encanto mágico”, explica a EFE el director del documental, Andrés Varela.
Mario y Luz se conocieron siendo adolescentes por mediación de sus padres, un bioquímico y un rentista que habían trabado amistad gracias a su afición compartida por el arte.
“Mario entra en la familia de Luz y genera un lugar de comodidad, como amigo primero y como pareja después”, indica Varela, que cree que Luz estimuló la “curiosidad” del escritor, que tuvo que dejar la escuela a los 14 años para ayudar económicamente a su familia, pero siempre fue un gran autodidacta.
Además de ser su mayor inspiración -le dedicó cerca de cuarenta obras-, Luz ejerció desde el inicio de la relación como el gran apoyo económico, literario y vital de Benedetti: una labor que, con el éxito de crítica y ventas a partir de los años cincuenta, no hizo sino intensificarse.
“Cuando Mario encuentra el reconocimiento hay un gesto de generosidad muy grande por parte de Luz, que resigna parte de su vida a acompañar a Mario. Nunca tuvo la pretensión de ser una artista reconocida ni de vivir de eso, pero resigna sus posibilidades artísticas para acompañarlo de forma leal”, asegura el director.
Montevideo-Madrid y el alzheimer
La cinta detalla cómo, a menudo, el sueldo que Luz percibía como funcionaria aduanera era el único sustento económico de Benedetti, que entre 1973 y 1985 estuvo exiliado hasta en cuatro países distintos -Argentina, Perú, Cuba y España- ante las amenazas de la dictadura cívico-militar uruguaya.
El escritor y su mujer permanecieron separados la mayor parte de ese tiempo, una situación aún más difícil por la avanzada edad de las madres de ambos, de las que Luz tuvo que hacerse cargo ella sola ante la ausencia forzada de su esposo.
El regreso de la democracia a Uruguay fue también el de Benedetti, que acordó con Luz que a partir de ese momento pasarían medio año en Montevideo y medio año en Madrid.
Este arreglo se mantuvo durante cerca de dos décadas y sólo se rompió cuando a Luz le diagnosticaron alzheimer, una enfermedad que se cebó con su memoria y que Benedetti vivió como una “tragedia”.
“Cuando la muerte lleva consigo el olvido de la persona que amas y que estás devotamente acompañando frente a sus últimos momentos y esa persona no sabe quién sos… Y fue la persona que te acompañó durante toda tu vida y de repente vos acompañas eso… Creo que Mario no estaba preparado para eso”, resume Varela.
Luz falleció en 2006 -tres años antes que Mario-, pero su influencia “gigantesca y definitiva” aún vive en la narrativa de Benedetti y, por extensión, en la literatura universal y en los corazones de millones de lectores en todo el mundo.