"Las están usando apropiadamente y de manera efectiva, y de hecho están teniendo un impacto en las formaciones defensivas y maniobras de Rusia", apuntó en una conferencia de prensa virtual el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.
Estados Unidos anunció el pasado 7 de julio el envío de las bombas de racimo pese a las críticas de Alemania y otros países así como de organizaciones como Human Rights Watch (HWR), a las que preocupa el impacto de ese armamento sobre la población civil.
Esas bombas se incluían en un nuevo paquete de ayuda militar, valorado en 800 millones de dólares, en el que también había, entre otros, misiles para defensa aérea, sistemas antiaéreos Stinger y munición para los sistemas antiaéreos Patriot.
El 13 de julio, el Pentágono confirmó que esas bombas se encontraban ya en territorio ucraniano.
Kirby aprovechó su comparecencia para reiterar la condena y preocupación estadounidense por los ataques rusos contra Odesa y otros puertos ucranianos.
Tras poner fin al acuerdo de cereales del mar Negro, Rusia dijo esta semana que considerará todos los buques que se dirijan hacia puertos ucranianos como posibles transportistas de armamento y, por tanto, potenciales objetivos militares legítimos.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional apuntó que Washington vigila "muy de cerca" la situación y la posibilidad de que Rusia use operaciones encubiertas, con barcos de falsa bandera, para justificar los ataques y culpar a Ucrania de los mismos.