Se registró un cuarto de entrada en corrida celebrada en la Plaza Monumental de la Ciudad de México.
Los seis toros del toro encierro en la capital mexicana recibieron aplausos al ser arrastrados. Se emplearon con casta, y aunque alguno se defendía, todos tenían genio proveniente de la bravura.
Grandes toros enfrentaron José Mauricio en el primero y sobre todo Luis David en el quinto. Este penúltimo del festejo recibió una buena vara y embistió con ambición y mucho recorrido.
La faena de Luis David tuvo ligazón por momentos, al igual que quietud, pero siempre citó con la pierna contraria muy tapada.
Realizó buena tanda de derechazos templados en corto. La falta de un paso adelante provocó que el Santa Fe del Campo, por su mucho empuje, saliese suelto.
Acabó Luis David con molinetes y poses previas a circulares arrodillado y por lo tanto aliviado. Gustó la interpretación en las tribunas.
Tras una mezcla de pitos pidiendo el indulto del animal, con otros afeando la mala lidia al encastado, Luis David mató de una estocada y logró las dos orejas por parte del palco que había abaratado el precio del trofeo con el anterior apéndice otorgado al mismo torero.
La primera oreja del joven de luces, ante otro ejemplar de puerta grande, aconteció tras una faena menos adornada y en la que tan solo ciñó bajando la muleta en dos buenos pases.
No tuvo tanta suerte en el sorteo Diego San Román, sin significar esto la falta de argumentos de sus dos toros para lograr esgrimir un triunfo.
Al tercero de la tarde, con celo en los pitones, San Román lo citó con dudas al inicio de la faena para acabar, sobre todo al natural, enfrentándolo con mucha verdad de frente y la muleta desmayada. Pagó el torero la falta de mando inicial y le demandó cada pase mucho riesgo.
Finalizó con pundonor, sitio y de una estocada perfecta. Hubo petición de oreja denegada por el palco. Diego San Román saludó al tercio.
Con el que cerró la corrida, el más manso de la tarde, el matador estuvo incómodo y abrevió contrariado por el resultado del sorteo y obviando que la mansedumbre del astado llevaba emoción. Mató de otra gran estocada.
El primer espada por veteranía, José Mauricio, dejó momentos de torería como fueron unos naturales al cuarto de la tarde, pero estuvo por debajo de sus rivales.
Al abre plaza en la muleta lo quiso ver siempre con distancia. A su segundo atinó Mauricio en dejarlo ir dos veces al caballo. Un toro con nobleza y empuje al que el de luces solo toreó ceñido en el albor de la faena.
Tarde entretenida y con emoción gracias a la casta de las reses bravas de Santa Fe del Campo.