El jerseyés, la lengua que fascinó a Víctor Hugo y desconcertó a los nazis

Ya al llegar al aeropuerto de la isla de Jersey, el mensaje de bienvenida despierta cierta curiosidad: "Seyiz les beinv'nus à Jerri". No es ni inglés ni francés, sino jerseyés, el idioma tradicional que, durante la ocupación nazi, sirvió de "lengua secreta" para los habitantes de ese territorio autónomo del Canal de la Mancha.

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A pesar de ser una dependencia de la Corona Británica y hablar principalmente en inglés, la costa francesa de Normandía queda a tan solo 22 kilómetros, así que no es de extrañar que el jerseyés sea precisamente un dialecto del normando.

Pocas personas, principalmente ancianos, lo siguen hablando con fluidez: solo un 1 % de los poco más de 100,000 habitantes de la isla lo hace, mientras que otro 25 % entiende las frases más comunes.

Para revertir la situación y evitar su pérdida, el Gobierno de Jersey la declaró en 2019 como lengua oficial, junto con el francés y el inglés, iniciando a su vez una campaña de promoción en la enseñanza, administraciones e incluso para indicar los valores de sus billetes.

"Sonne les clioches, les p'tites clioches, sonne les clioches d'hivé!". El estribillo del popular villancico "Jingle Bells" resuena en jerseyés en un aula del Jersey College for Girls, en Saint Helier, capital de la isla, donde alumnas de 8 y 9 años siguen las indicaciones de su maestra, Susan Parker.

Es una de las siete docentes que van de escuela a escuela para dar la asignatura de lengua y cultura tradicionales, un nuevo programa piloto en educación primaria que ya ha llegado a una docena de centros y a más de 500 alumnos.

"Al empezar siempre preguntamos si tienen algún familiar o amigo que hable jerseyés y normalmente siempre hay tres o cuatro en cada clase que dicen que sí, que su abuela o abuelo lo hablan", explica Parker a Efe.

Y presume de que, precisamente, una de sus alumnas había podido entender la postal de Navidad que le había regalado su abuela, escrita en jerseyés. "Ponía 'Bouan Noué' y ahora ya sabe que eso significa 'Feliz Navidad', así que estaba muy contenta", dice tras una sonrisa.

"LENGUA SECRETA" DURANTE LA OCUPACIÓN

Nacido en 1937, François Lemaistre vivió la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de los alemanes cuando era pequeño, entre 1940 y 1945, período durante el cual esta lengua romance se convirtió en válvula de escape ante la vigilancia nazi.

"Durante esos cinco años, todo el mundo hablaba jerseyés sencillamente porque, desafortunadamente para los alemanes, no les era posible entender nuestro idioma", dice con sorna Lemaistre, en una entrevista con Efe en su casa de Saint Peter, en el oeste de la isla.

De hecho, era difícil "incluso para aquellos que hablaban francés", debido a la herencia de la lengua de los pueblos vikingos que ocuparon el norte de Francia, dejando palabras ajenas al latín, como "hougue" para referirse a monte ("haugr" en nórdico antiguo).

Según el político y lingüista Geraint Jennings, la misma "lengua secreta" que desafiaba a los intérpretes franceses colaboracionistas también fue víctima de "la gran ruptura social" que supuso la Ocupación, cuando evacuaron a muchas familias a Inglaterra y sus niños fueron escolarizados allí.

A este hecho se le añade que "muchos hombres dejaron Jersey al inicio de la Segunda Guerra Mundial para unirse a las Fuerzas Armadas Británicas y pasaron toda la guerra y carrera militar hablando en inglés".

Ambos factores socavaron el arraigo cultural y lingüístico de las generaciones más jóvenes, al tiempo que el inglés se convertía en símbolo de modernidad con la complicidad del turismo y el sector financiero, motores de la nueva economía de Jersey.

LA PALABRA QUE CAUTIVÓ A VÍCTOR HUGO

El descrédito de ser la "lengua de los campesinos" hizo que el jerseyés estuviera desprestigiado ya durante la infancia del mismo Lemaistre, quien incluso en el patio del colegio se veía obligado a hablar en inglés "con riesgo de recibir una bofetada" si no lo hacía. "Y lo triste es que mi primera maestra de primaria era jerseyesa y hablaba jerseyés, pero lo prohibía", lamenta.

Lo que tal vez no sabían sus maestros es que uno de los más eminentes nombres de la literatura universal, Víctor Hugo (1802-1885), había aprendido la palabra "pieuvre" -pulpo- durante su exilio en Jersey y, lejos de despreciarla, bautizó así al pulpo antagonista de la obra "Los Trabajadores del Mar"(1866).

De esa forma, gracias al éxito de la novela, consiguió introducir ese vocablo en el francés contemporáneo frente a su sinónimo "poulpe".

Si bien Lemaistre no pudo aprender a escribir jerseyés en el aula, sí que lo aprendió de su padre, Frank Lemaistre, que investigó el origen de las palabras para estandarizar su ortografía y elaborar el primer diccionario enciclopédico jerseyés-francés, que el octogenario todavía atesora en su dormitorio.