En su informe mensual sobre el mercado del petróleo, la AIE señala que en caso de que se mantenga el bloqueo en ese grupo de productores, la tensión en los mercados crecerá "significativamente" ante el fuerte incremento de la demanda que se está constatando tras el bajón causado por la pandemia de la covid.
Si los precios del crudo se encarecen aún más, una de las posibles consecuencias es que "se podría frenar la recuperación económica, particularmente en los países emergentes y en desarrollo", advierte la AIE.
Aunque la mayor parte de los miembros de la alianza formada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus socios están de acuerdo en aumentar en 400,000 barriles diarios cada mes a partir de agosto el crudo que sacan al mercado, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) reclaman un aumento de su cuota y se enfrentan por eso con Arabia Saudí.
A menos que haya un compromiso, las cuotas de producción se quedarán al nivel de julio y eso hace temer a la AIE -que reúne a los grandes consumidores de energía del mundo desarrollado- que continúe la escalada de precios de las últimas semanas, en las que el barril de Brent (referencia en Europa) se ha situado por encima de los 75 dólares, 5.30 dólares más que a comienzos de junio.
Las razones son varias, y en primer lugar la rápida recuperación de la demanda, que solo en junio aumentó en 3.2 millones de barriles diarios hasta 96.8 millones, lo que anuló los retrocesos en los dos meses anteriores.
Los autores del informe creen que la dinámica va a continuar y, de hecho, han revisado al alza sus expectativas para el tercer trimestre, con una progresión que debería ser de 3.9 millones de barriles diarios, 100,000 más de lo que habían anticipado el mes pasado.
De confirmarse esas cifras, se duplicaría con creces el ascenso estacional que hubo en ese mismo trimestre de 2019 -el año anterior al estallido de la crisis de la covid- y casi triplicaría el que se constató en 2018.
Para el conjunto de 2021 la previsión se ha visto en consecuencia modificada en 100,000 barriles diarios hasta una media de 96,4 millones de barriles diarios, que suponen un alza de 5.4 millones si se compara con 2020.
Un ejemplo de esa evolución es el tráfico rodado después de meses de confinamiento: en las últimas semanas en Estados Unidos los datos de movilidad muestran que está muy por encima del que había antes de la crisis de la covid.
Esa fuerte tendencia expansiva contrasta con la de la producción, que sube a un ritmo mucho más lento (1,1 millones de barriles diarios adicionales en junio) y la consecuencia es una reducción histórica de las existencias.
En mayo las reservas industriales de la OCDE totalizaban 2.945 millones de barriles, lo que suponía 75.8 millones por debajo de la media del periodo 2016-2020 y 10,8 millones por debajo de la media del periodo 2015-2019, antes del estallido de la covid.
Los datos preliminares de junio muestran que las reservas industriales en Estados Unidos, Europa y Japón han caído en 21.8 millones de barriles.
Es decir, que el aumento de existencias que se había constituido el pasado año cuando el consumo se hundió ha quedado anulado y las reservas están netamente por debajo de las medias históricas.
La consecuencia son unos precios de combustibles que se han disparado en las gasolineras de Estados Unidos (en junio subieron a más de tres dólares por galón, algo que no había ocurrido en siete años), en Europa, pero de forma muy particular en países emergentes.
En India, la gasolina y el gasóleo están al nivel más elevado alcanzado nunca, lo que se añade a las presiones inflacionistas de otras materias primas. En Brasil, los carburantes han contribuido a que el índice de precios al consumo se haya situado en una tasa que no se alcanzaba en casi cinco años.
Por ello, la AIE urge a un compromiso a la OPEP+ para dar claridad al mercado y poner fin a una volatilidad que a su juicio no solo perjudica una transición energética ordenada, sino que "no interesa ni a los productores ni a los consumidores".