La Fundación de Amigos de la Abeja (Stichting Bijenvrienden) y otras organizaciones similares animan a los holandeses a sembrar flores al aire libre porque "la mitad de las abejas salvajes están en grave peligro": hay muy poca comida disponible en la naturaleza y la que hay es muy poco variada, así que necesitan "ayuda ciudadana" para seguir vivas.
Las reglas son fáciles a seguir: elegir plantas que tradicionalmente se produzcan en el país, que preferiblemente hayan crecido sin pesticidas, que sean de estaciones variadas para que haya flores todo el año, sembrarlas en un suelo libre de vegetación y en una zona soleada donde se les facilite la anidación.
El paisaje general está cada vez más urbanizado, lo que les pone las cosas difíciles a estos insectos, pero eso tampoco significa que les vaya mucho mejor en el campo, su hábitat natural, porque allí se ven asfixiados por los pesticidas y la agricultura a gran escala.
El propio primer ministro holandés, Mark Rutte, predicó con el ejemplo y acudió con un grupo de niños de una escuela de primaria cercana para rociar en equipo semillas en el borde de un pequeño canal situado al lado de Catshuis, la residencia oficial del jefe del Gobierno.
"Asegúrense de sembrar. Si tienen un pedazo de jardín vacío, o tienen un balcón en casa, no dudes en sembrar flores. Es realmente agradable, es estupendo", aseguró Rutte, que se dejó grabar por las cámaras de la televisión holandesa NOS mientras regaba lo sembrado y marchaba después con los críos a visitar una colmena de abejas en otra finca de La Haya.
Son muchos los insectos que están amenazados en Países Bajos y en el resto del mundo, algunos por falta de alimentos, otros a consecuencia de la emergencia climática, por eso las organizaciones recuerdan lo primordial que es su rol en la naturaleza.
"Es especialmente importante para la abeja salvaje. Las abejas necesitan comida y la urbanización hace que sea cada vez más difícil de encontrar. Al no poder volar tan lejos, tiene un área más pequeña para encontrar alimentos. Si todos sembramos, tendrán más posibilidades", asegura Martin Stugers, especialista en jardinería.
Estos insectos tienen preferencias. Sus favoritas son las flores individuales, con estambres y pistilos, como las amapolas, el trébol, la caléndula y los girasoles, plantas fáciles de cuidar, y los expertos consideran que este es un buen momento para plantar: la jardinería es una actividad ideal en tiempos de confinamiento por el coronavirus.
En Holanda viven unas 360 especies de abejas silvestres y más de la mitad están en peligro de extinción, una amenaza que no solo deja a la humanidad sin estas especies, sino que una disminución en el número de abejas es, sobre todo, un peligro para la producción de alimentos naturales.
El 80 % de los cultivos comestibles son polinizados por abejas y otros insectos, una manera que también garantiza la reproducción de plantas silvestres, pero para esto, los polinizadores necesitan suficiente polen y néctar.
La Fundación Amigos de la Abeja y el Partido de los Animales han lanzado otro programa paralelo para acercar estos pequeños insectos a los más pequeños, y buscan escuelas candidatas que quieran acoger "hoteles de abejas" en el patio, una iniciativa que está siendo todo un éxito, con más de 120 hoteles repartidos en varios colegios.
Se trata también de explicar a los niños para qué sirven las mariposas o las abejas silvestres, hacerles ver que estos bichos raramente pican y que la manzana o la pera de su almuerzo no hubiera existido si no fuera por la polinización.
El Gobierno recuerda que esto no solo va de garantizar alimentos para todos, cuanto más equilibrio haya en el ecosistema, menos plagas habrá, y eso hará que la ciudad sea más habitable. Ámsterdam es un ejemplo de ciudad modelo, conocida como un "refugio" para las abejas salvajes, no usa pesticida para el mantenimiento ecológico desde hace años.