"Me dirijo al Palacio Baabda para presentar la dimisión del Gobierno al presidente, Michel Aoun, en respuesta a los muchos libaneses que salieron a las plazas para pedir el cambio", indicó en un breve discurso televisado a la nación.
El mandatario advirtió que ya no puede "ocultar más" el hecho de que el Líbano ha llegado a un "callejón sin salida", por lo que puso su dimisión "en manos del presidente y de todos los libaneses", pues Aoun debe ahora aceptar o rechazar la renuncia.
A sus "socios" políticos, indicó que su responsabilidad es proteger el país y buscar formas de desarrollar la economía, para lo que hay en estos momentos una buena oportunidad que no se debe dejar pasar.
"Las posiciones vienen y van, pero lo más importante es la dignidad y la seguridad de la patria (...) Nadie es más grande que mi país", concluyó Hariri.
Hariri ya dimitió por sorpresa en 2017, en un discurso televisado desde Arabia Saudí, en el que entonces denunció que se preparaba un atentado contra su vida y criticó la injerencia de Irán en su país y en el mundo árabe.
Un mes después, retiró su dimisión después de una reunión extraordinaria del Consejo de ministros en la que todas las fuerzas políticas libanesas se comprometieron a disociarse de los conflictos regionales.
Las protestas arrancaron el 17 de octubre, después de que el Gobierno anunciara su intención de tasar las llamadas telefónicas a través de servicios de mensajería gratuita por internet.
Desde entonces, miles de personas han tomado las calles de Beirut y de otras ciudades del país exigiendo la marcha del Gobierno y respuestas contra la corrupción y la situación económica de un país que tras 29 años aún no puede garantizar el suministro de electricidad.