Hace solo un año que el creativo francés llegó a la firma italiana avalado por una trayectoria impecable en la que el uso del color en sus diseños era su carta de presentación; no en vano fue quien introdujo el color en el Vaticano, en 1997, cuando vistió a Juan Pablo II con una túnica con cruces de distintos tonos.
"El Papa me dio las gracias, me dijo que había usado el color como el cemento de la fe", ha desvelado en una entrevista con Efe,, este diseñador que confiesa no vivir pegado a las tendencias.
Castelbajac utiliza el color y los elementos gráficos para construir otra dimensión del diseño, "una arquitectura espacial que resalte el físico de cada persona". Para el creador, el color es "ritmo", un adulto "tiene miedo al color", lo descarta de su vestuario porque quiere confundirse en la masa. "El color es para una persona audaz", sentencia.
Un año después de que Luciano Benetton le reclutara para abanderar el resurgimiento de la marca, Castelbajac, reconoce haber vivido con pasión el reto. Como creador no tenía nada que demostrar, lo avalaba su experiencia y al llegar asegura que siempre tuvo la sensación de "estar en casa", a lo que contribuyó la cercanía de Oliverio Toscani.
"Me he sentido como un arqueólogo, buscando la esencia de la marca, porque muchos datos de su ADN habían desaparecido -ha explicado-. Lo mejor es que todo el mundo tenía ganas de trabajar".
"Fue muy fácil, casi un trabajo social, ir buscando todo el saber hacer de cada equipo, su talento y despertarlo. Y todo el mundo tenía ganas de despertar".
Buen conocedor del trabajo en punto, de la lana y cómo tejerla, supo cómo engarzar su conocimiento con el de la historia de la firma, para crear unas colecciones que no van destinadas solo a un público joven. "Es una marca familiar con la que se pueden identificar distintas generaciones".
Castelbajac ha estado en Madrid para presentar su colección primavera-verano 2020 en las que son constantes las referencias al mar, al verano y con un personaje, Popeye, como salvador de los océanos.
Benetton se suma así al mensaje sostenible con el que la moda se hace eco de las preocupaciones sociales, con una colección en la que presenta piezas confeccionadas con papel reciclado. El éxito de sus dos últimas colecciones confirman que su elección como director creativo era acertada.
La firma lleva treinta años en la búsqueda de la sostenibilidad, "está muy integrada en su historia y hay que verla como una fuente de inspiración", ha indicado quien opina que esta preocupación supone "un soplo nuevo a la moda que despertará la creatividad de muchos diseñadores".
En su próxima colección tiene la intención de reinventar los "clásicos con colores más accesibles", comenta mientras asegura que su prenda favorita es una camiseta de algodón ecológico, con una cinta de color amarilla, roja y azul, que bordea mangas y cuello, de doce euros.
El creativo recuerda el momento en el que la moda estaba vinculada a la cultura y apoya el "slow style", que puede pasar de padres a hijos. "Ese es mi sueño, que un jersey tenga una vida larga. La moda y su historia está por reescribirse".
Valora que las prendas sean intemporales y la capacidad de la marca, ahora que la venta por Internet es habitual, de añadir un elemento de "compra experiencial" para que el cliente acuda a la tienda.
Castelbajac considera que los pilares del éxito de la firma se sustentan en una propuesta de "buena calidad, buenas ideas, bonitos colores, a un precio incomparable", y concluye que los retos de la moda están en reinventar piezas "atemporales". "Esa es la velocidad de crucero de Benetton confeccionar prendas que te acompañen".