Jóvenes modistas asiáticos toman el relevo del minimalismo japonés en París

París abrió este lunes las puertas de su semana de la moda de la mano de tres jóvenes promesas del diseño asiático, Mame Kurogouchi, Kimhekim y Rokh, que han recogido el testigo del minimalismo japonés aunque con toques del internacionalmente apreciado chic francés.

Para la japonesa Mame Kurogouchi y la coreana Kimhekim fue su primera vez dentro del calendario oficial de la Federación de la Alta Costura y la Moda con sus colecciones para la primavera-verano de 2020.

Kurogouchi, formada en los talleres de Issey Miyake, se inspiró en las envolturas de los capullos de seda y el arte japonés de envolver.

"La idea surgió esta primavera, estaba fascinada viendo la transformación de los gusanos de seda en capullos y me hizo recordar el Tsutsumi, el arte japonés de envolver", dijo Kurogouchi a Efe.

La línea derrochó frescura con prendas de estructura fluida pensadas por capas. Capas translúcidas en verde, blanco o beige ofrecen una visión desdibujada, como si mirásemos desde el interior de un capullo de seda.

Las piezas de punto finísimo, red y seda velaron vestidos, trajes de pantalón largo y conjuntos de bermuda ciclista. Combinando verdes menta y esmeralda con blanco y negro con beige, la japonesa puso el punto transgresor a su propuesta con un sobretodo y una falda hechas con incontables capas asimétricas de PVC transparente.

La diseñadora desarrolla íntegramente sus colecciones en Japón y se ha aliado con el saber hacer de los artesanos textiles cuyo trabajo corre riesgo de desaparecer.

Considerada por la prensa de su país como la segunda en el podium de los mejores diseñadores japoneses, tras Chitose Abe de Sacai, recibió el Fashion Prize de Tokyo que le brinda el apoyo financiero para desfilar una temporada más en París.

Estos nuevos talentos han crecido bajo el ala de pesos pesados de la industria: también el coreano Kimhekim desarrolló sus primeros años de carrera en Balenciaga, donde se aficionó a la sastrería y tomó el gusto por la artesanía, que ahora adapta al traje típico de Corea, modernizándolo y definiendo sus líneas.

Tras el polémico desfile de Gucci en Milán la semana pasada, donde una modelo acusó a la marca de simplificar el problema de las enfermedades mentales al utilizar uniformes similares a las camisas de fuerza en el desfile, Kimhekim pareció enviar un guiño a los trastornos.

La primera modelo, vestida con una simple camiseta blanca, pantalones vaqueros y altos tacones tipo "stiletto", salió a la pasarela enganchada a una máquina de dosificación de suero, antes de dar paso a una colección de blancos y negros, suavizada por una serie de tules en color pastel.

Pero no fue la única modelo "enferma". Otra lució el mismo utensilio junto a una camiseta de algodón en la que podía leerse "sick", enferma en inglés.

El mensaje del coreano fue más claro que el de Gucci pues acusó directamente a los teléfonos de esta infección que salpica especialmente a la moda: una modelo con vestido negro asimétrico y tul en torno a la cintura, se grababa al mismo tiempo con el uso de un palo "selfie".

Pero la realidad superaba la ficción, ya que buena parte de los invitados reaccionó sacando sus teléfonos para retratar el momento.

"El concepto de la colección es sobre las personas que buscan continuamente atención y pasan sus vacaciones de verano en un sanatorio para poder cuidar de sí mismas", apuntaba la nota de los invitados.

El último heredero minimalista de la noche fue quizás el más reconocido. Formado junto a la adorada por el sector feminista de la moda, Phoebe Philo, diseñadora durante casi 10 años de la firma Céline, el coreano Rok Hwang es la esperanza de quienes lamentan que en pasarela ya solo hay hueco para lo comercial.

Celebrado en una de las salas del Palais de Tokyo, casi como si se tratase de un sótano, Rokh recreó gabardinas -abiertas en la espalda-, polos de piqué transformados en vestidos y hasta actualizó las bolsas de la compra que Philo reaprovechó para Céline aunque, esta vez, en talla maxi.