París empieza su Semana de la Moda con tintes apocalípticos

La Semana de la Moda dio comienzo este lunes en París con una jornada especialmente reservada a las promesas del diseño, cuya visión de la ropa del futuro, al menos la del próximo otoño-invierno, presenta tintes apocalípticos.

La deconstrucción fue el tema de dos de las más recientes incorporaciones al calendario de la moda francés, la firma británica Rokh y la suizo-alemana Ottolinger, ambas abanderadas de un estilo que podría definirse como "chic apocalíptico".

En Ottolinger, a ritmo de música electrónica y ráfagas de luz cegadoras, desfilaron una veintena de modelos con diseños inspirados de la ciencia ficción, con chándal de nailon de estética "Blade Runner" y trajes cóctel en sedas estampadas con cortes completamente asimétricos.

Sus diseñadoras, Christa Bösch y Cosima Gadient, insistieron entre bambalinas en que no se trata de "deconstrucción, sino reconstrucción".

Para ellas, este era su segundo desfile en París, tras un estreno el pasado mes de septiembre mucho más fresco y ligero que la colección actual. El contraste no se debe a un repentino golpe de realismo, sino simplemente a que "era verano".

"La idea era más bien dar un toque futurista, casi de ciencia ficción", explicó Gadient.

Las creadoras, que aunque se graduaron en 2012 en el Instituto de Diseño de Moda de Basilea siguen pareciendo colegialas, impusieron en la pasarela tejidos clásicos, como prendas de punto y seda, con nailon y tejidos técnicos, en un estilismo donde destacaron vestidos de punto descotados en la espalda e impermeables como nueva americana, combinados con sandalias noventeras de tacón de cuña.

"Nos inspira lo inesperado. No saber exactamente lo que va a pasar, porque nos pasa también en el diseño, planeas crear algo, de pronto hay un problema y todo cambia, pero puede seguir siendo muy bonito", dijo Bösch a Efe.

Quien sí se estrenó completamente en París fue uno de los talentos más llamativos del Reino Unido, la antigua colaboradora de la exdiseñadora de Céline, Phoebe Philo, Rok Hwang.

Hwang, de origen coreano, lanzó en 2016 Rokh, que ha atraído las miradas de poderosos del comercio en línea como la plataforma Net-à-Porter, que ya la vende entre su exclusiva selección.

De Philo tomó el saber responder a las necesidades de una "nueva mujer" que pide elegancia y modernidad y que ha acabado con las siluetas marcadas, los escotes y todo lo que tradicionalmente vinculara la sensualidad a la ropa.

En este nuevo erotismo intelectual, como el de Rokh, predominaron los trajes extremadamente amplios y los tejidos ingleses que transformaron faldas, trencas y tops, junto a una larga colección de prendas asimétricas, vestidos extralargos y faldas vaporosas que se llevaron, sorprendentemente, combinadas con patinetes.

Hace ya un año que la Federación de la Moda y la Alta Costura, organizadora de la más internacionalmente conocida como Paris Fashion Week, decidió sumar esfuerzos y agrupar los numerosos desfiles de la capital (más de ochenta) en siete días, en lugar de los nueve de antaño.

Como gesto de confianza a las nuevas generaciones, que competían en el primer día con todopoderosas como Yves Saint Laurent, la Federación añadió un día "cero" reservado especialmente a la firma francesa que más expectativas concentra: Jacquemus.

Su joven creador, Simon Porte Jacquemus, es en realidad el anzuelo para el resto de desfiles de la jornada y sirve de aperitivo a los trabajadores de la industria que llegan directos (y muy cansados ya) del circuito mundial de pasarelas: Nueva York, Londres y Milán.

Como el resto de sus compañeros milenials, Jacquemus adora las asimetrías y da por hecho la superposición de prendas enormes que ha sabido llevar a su terreno con un punto mediterráneo: gusto por accesorios llamativos como grandes pendientes o bolsos de proporciones exageradas (ya sea por su tamaño mini o maxi).

En este caso, se habla de un apocalipsis más apetecible a la vista, quizás porque se desarrolla en la Provenza francesa.

Fucsia, naranja, celeste, azul añil, blancos y beiges en una colección minimalista, sofisticada y más madura de lo que el joven francés de 29 años había mostrado hasta ahora. Los milenials también se hacen mayores.
María D. Valderrama