De la 11ª a la 20ª edición (1969 a 1981)
Claro indicio de la internacionalidad que adquirió rápidamente el Salón Internacional del Automóvil de Barcelona es que en su edición de 1969 ya hubo 497 expositores, cifra que se duplicaría al año siguiente. Seat presentó uno de sus más emblemáticos modelos, el 1430, y Fasa Renault asombró a todos con el R6. El stand de Barreiros fue también muy visitado, con el Simca 1200 como protagonista, y, entre los importados, el futurista NSU Ro80 fue una de las grandes atracciones. En 1970, con seis palacios y 200,000 metros cuadrados ocupados, el Salón de Barcelona adquiría ya una importancia relevante a nivel internacional. Dos fueron en aquel momento sus grandes estrellas: el Seat 124 1600 Sport, que resultó ganador del desfile de elegancia, y el Renault 12.
El Salón de 1971 no fue un Salón fácil. Por vez primera, las marcas españolas comenzaban a tener stocks y alguna importante firma nacional, para recortar gastos, se planteó no acudir a la cita barcelonesa, lo que habría supuesto un duro golpe para el Salón. Finalmente todo transcurrió con normalidad. Un año después, en el certamen de 1972, dos auténticos mitos de nuestro automovilismo hacían su aparición: el Seat 127 y el Renault 5.
La Crisis del Petróleo deja huella
En 1973, cuando el salón abrió sus puertas en el mes de abril, nadie pudo sospechar que este iba a ser el último salón de una determinada época, ya que a finales de ese año tuvo lugar la primera “Crisis del Petróleo”. Pero el Salón de Barcelona de 1974, a pesar de estar en plena crisis petrolera, fue todo un éxito, demostrando una vez más el gran poder de convocatoria que generaba el automóvil. Seat se convirtió una vez más en la estrella de las marcas nacionales con su nuevo modelo 133. En motos, la esperada Ossa Yankee 500 cc para carretera hizo su aparición, y Bultaco atraía la mirada de los jóvenes con la Brinco 74 de campo.
Un año después, la edición de 1975 fue duda. En ese momento las ventas de automóviles habían descendido ante la incertidumbre generada por la crisis petrolera y los fabricantes estaban pasando apuros. Pero, a pesar de los consejos que sugerían posponer un año el evento, el Salón de Barcelona abrió sus puertas. Allí lució el Fiat 131, y Volvo ya puso a la seguridad como bandera dejando ver en su stand un coche estrellado contra un muro. En 1976, a pesar del delicado momento que vivía España ante la incertidumbre política existente, el Salón del Automóvil volvió a demostrar su fuerza y a demostrar que la fe en el automóvil seguía intacta como bien lo demostraron los miles de visitantes que acudieron a la cita. Citroën aprovechó el certamen para anunciar su intención de construir en España el modelo CX, y Seat volvía a consolidarse como estrella del Salón con su 131 Familiar y el 1200 Sport.
A partir de la edición de 1977, el Salón de Barcelona pasó a ser bienal. Salvo excepciones, era ya la tónica habitual de otros grandes certámenes internacionales similares. Ello trajo muchos cambios a la hora de presentar los nuevos modelos. Así, las presentaciones “por sorpresa” que los fabricantes efectuaban antiguamente ya no eran habituales. La novedad del salón de 1977 fue el Chrysler 150 que pasaba a estar construido en Villaverde, y en materia deportiva el Renault 5 Copa fue uno de los grandes centros de atención. Mencionar que en el stand de Telefónica se mostraba un teléfono apto para ser usado en el coche.
Ya en 1979 la economía recobraba su pulso. El Symposium del Salón versó de manera casi exclusiva sobre la inminente incorporación de España a la CEE. Lo cierto es que al cierre del Salón, el 1 de mayo, entraba en vigor una amplia liberalización de las importaciones de automóviles, algo para muchos inusitado desde 1936. De nuevo Seat fue la marca más destacada, con su llamativo Ritmo. Llamó la atención la presencia en el certamen barcelonés de Lada, la más importante marca de la URSS. El modelo Niva 4x4 se mostraba al público español. Dos años después, en 1981, el Salón destacó por la presencia de unos stands de marcas que cada vez cobraban más fuerza, no solo a nivel nacional, sino también por parte de las marcas importadas, ya que por vez primera los cupos de importación habían desaparecido totalmente. Ese año el Citroën Visa se convirtió en centro de todas las miradas.