Se trata del Centro de Salesianos de Don Bosco, un enorme complejo gestionado por la homónima congregación clerical, que se dedica a la educación de los jóvenes y a los centros de formación agrícola y profesional para los más grandes.
Los salesianos están presentes en Sudán del Sur, un país de mayoría cristiana, desde hace más de 30 años. Son una importante fuente de información para los que quieren conocer más este destrozado país de África Centro-oriental que, en 2011, se independizó de Sudán.
Pero el proceso que condujo a la secesión fue largo y violento, y ya estuvo marcado por décadas de guerra que casi nunca han estado bajo los focos de los medios internacionales.
Y todo este tiempo los salesianos, así como otras órdenes misioneras católicas, han sido testigos de la resistencia, del renacimiento y de la triste decadencia de un país que, rico en recursos naturales, tendría todo lo que necesita para salir definitivamente del hambre que lo acecha.
En 2007 en Gumbo, un barrio periférico de la capital, Juba, el orden de los salesianos compró al entonces gobierno sudanés un amplio terreno de más de dos kilómetros cuadrados.
Allí instaló un complejo que contiene una iglesia, dos viviendas grandes para sacerdotes y monjas, un dispensario, guarderías, escuela primaria y secundaria y de formación profesional, campos para cultivar y canchas de fútbol, voleibol y baloncesto.
"Han pasado ya 10 años -explica la hermana Julieta, de Sudán del Sur, la madre superiora- y puedo decir con gran orgullo que hemos hecho mucho por los pobres de Gumbo que acuden a nosotros en busca de ayuda”.
”Proporcionamos educación para sus hijos con maestros bien preparados y damos medicamentos y curas que de otro modo serían difíciles de obtener. De quien nos ocupamos más es de las mujeres, que aquí son extremadamente vulnerables. Para ellas tenemos cursos de alfabetización, cocina, costura y agricultura a pequeña escala”, afirma.
Agrega que “son cursos con mucha concurrencia, tenemos cerca de 300 inscritas. Han entendido que la sociedad en la que viven las relega a una posición de inferioridad, y por ello buscan emerger aprendiendo una profesión”.
Durante el día, el Centro de Salesianos Don Bosco es un colorido desfile de personas, especialmente niños. En el centro hay alrededor de un millar de estudiantes en las escuelas, y cada clase tiene su propio uniforme.
La primera campana suena a las 8:15 en punto. Los pequeños y los no tan pequeños se reúnen en círculo en un patio donde hay un palo con una bandera bajada de Sudán del Sur.
Al final de los cantos, los bailes y las oraciones la bandera se iza y se canta el himno nacional. Después de estas ´formalidades´ los estudiantes pueden entrar en el aula.
"La misa -continúa la hermana Juliet- se da varias veces cada día. Pero, por supuesto, el domingo por la mañana es cuando se registra más afluencia. Es una fiesta bonita, todos los habitantes de Gumbo se ponen sus mejores ropas y muchos se traen las sillas de casa”.
“Se hacen misas en inglés, árabe y bari, uno de nuestros idiomas locales. En los sermones los sacerdotes tienen que ir con mucho cuidado con lo que dicen del gobierno; hay espías en todas partes, incluso en la iglesia", indica.
Las iglesias, tanto las católicas como las protestantes, son muy críticas con el gobierno de Salva Kiir Mayardit. A finales de 2013, Kiir, que se convirtió en presidente en 2011, cuando el país se independizó de Sudán, acusó a su vicepresidente Riek Machar de haber urdido a su espalda un golpe de Estado y lo obligó a exiliarse.
Kiir es dinka, el grupo étnico más grande, mientras que Machar es nuer, la principal de las minorías. Fue entonces cuando comenzó una guerra civil entre los dos grupos militares leales a los dos políticos.
Desde el estallido del conflicto hasta hoy más de un millón y medio de personas han tenido que huir de la violencia y han conseguido asilo en los países vecinos, mientras que otros dos millones se han quedado bloqueados en el país.
Sor Lourdes, de nacionalidad española, llegó a Sudán del Sur en 2010. Define el centro de los salesianos como un "plato de gambas" y todo lo que está fuera como "basura".
"Cuando se declaró la independencia -explica- había mucha alegría en las calles, se esperaba poder comenzar una nueva vida en un nuevo país. Pero entonces la Guerra Civil fue como un jarro de agua fría que nadie esperaba. La situación empeora semana a semana con la caída libre de la libra de Sudán del Sur”.
Señala que “el año pasado 10 panes costaban siete libras y ahora cuestan 100. El gobierno nunca ha adaptado los salarios al aumento del costo de la vida, por lo que la población no puede ni siquiera comprar artículos de primera necesidad. A nuestro dispensario cada vez llegan más niños desnutridos, en condiciones muy críticas. Han sido 200 en los últimos dos días".
"Las personas de aquí -añade Sor Lourdes- son maravillosas, están llenas de vida. No tienen ninguna culpa de la crisis que vive Sudán del Sur y en muchos casos ni siquiera saben lo que sucede en el plano político. Trabajar con ellos me ha hecho mejor persona, me hacen sentir como en casa”.
“Pero una cosa es lo que sucede aquí y otra lo que sucede fuera del perímetro del recinto. Por eso digo que nosotros somos un buen plato de gambas, algo preciado, y que lo que hay fuera es basura, hecha de violencia y miedo”, dice.
Manifiesta que “esta tierra está en guerra desde hace al menos 50 años y durante todo este tiempo la Iglesia siempre ha estado presente”.
“A diferencia de muchas organizaciones internacionales, nosotros no hemos abandonado nunca Sudán del Sur, siempre nos hemos quedado incluso arriesgando nuestras vidas. La Iglesia aquí es un faro y el Centro de Salesianos de Don Bosco es su llama, siempre encendida", enfatiza.