El encuentro tuvo detalles inéditos ya que fue calificado como “privado” por la sede de la Iglesia católica que mantuvo a la prensa totalmente al margen, los periodistas no pudieron ni siquiera presenciar la llegada del mandatario y tras la reunión no se emitió un comunicado oficial.
Celebrado en un salón anexo al Aula Pablo VI del Vaticano, el coloquio reservado entre ellos duró aproximadamente una hora, reveló el propio Macri en una conferencia de prensa posterior. Al final el Papa le dijo: “¡fuerza y para adelante!”.
“Fue una buena reunión, de dos viejos conocidos. Siempre es positivo encontrarse con él y confirmar que es una guía moral para mí. Quería saber sus opiniones sobre lo que hicimos estos meses”, dijo el presidente en la sede de la embajada argentina en el Vaticano.
Macri estuvo acompañado por su esposa Juliana Awada, la hija de ambos, Antonia; la hija del primer matrimonio de ella, Valentina, y Agustina, la hija mayor de él. Además del embajador argentino ante el Vaticano, Rogelio Pfirter.
El primero en romper el hielo fue el mismo Bergoglio, quien al inicio le preguntó a Macri cómo había ido “la bicicleteada con el cardenal (Mario Aurelio) Poli”.
Se refería a la tarde que pasó el mandatario la víspera con el arzobispo de Buenos Aires con quien paseó en bicicleta por, quizás, la única cliclovía que existe en Roma y que bordea todo el río Tíber hasta salir de la ciudad.
Cuando Francisco preguntó por la bicicleteada la conversación se hizo más distendida. Después Antonia lanzó tres preguntas al Papa sobre sus padres, sobre si dormía vestido de blanco y qué comía. El Papa se rió mucho y eso aligeró definitivamente la tensión.
“Vine con una agenda de temas que le quería compartir, los dos somos sintéticos y yo vine con mucha información acerca de lo que hicimos estos meses, de cuáles son las preocupaciones que tengo y quería saber sus opiniones”, explicó el presidente.
“Fue muy útil y a lo largo de esa conversación volví a ratificar que su visión parte de la cultura del encuentro, de la cultura del trabajo que hay que recuperar, que tiene mucho que ver con unir a los argentinos”, abundó.
Ambos hablaron del plan de infraestructura previsto por el gobierno, de “la verdad sobre la pobreza”, de cómo se pueden recuperar los pueblos del interior del país mediante el ferrocarril y de la necesidad de “no ceder en la batalla contra el narcotráfico”.
Nada se habló sobre una posible visita papal a Argentina, ni de la situación en Venezuela. Si se refirieron a Colombia, donde coincidieron en que la victoria del “no” en el referéndum sobre el acuerdo con la guerrilla debería ser la oportunidad para abrir una nueva negociación que termine con un proceso de paz consolidado.
Al final, Macri le entregó como obsequio una escultura de estilo moderno, realizada con material de descarte por el artista argentino Alejandro Marmo.
Se sinceró con una frase: “Nosotros vamos a rezar por usted y yo le pido que rece para que Dios me ilumine, para que guíe a los argentinos por el camino correcto”.