En el Segundo Coloquio Internacional “Las Paradojas de la Megalópolis”, advirtieron que la urbanización en América Latina crece a ritmo acelerado; se estima que para el 2050, el 90 por ciento de su territorio estará habitado.
El coordinador del programa interdisciplinario de Estudios Urbanos y Ambientales del Colegio Mexiquense, Alfonso Xavier Iracheta Cenecorta, advirtió que la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) no posee “fuerza real” ni instrumentos que le ayuden a sus tareas, por lo que propuso crear un fondo común que ayude al diseño y ejecución de proyectos interestatales.
Destacó que en los últimos 20 años la población de la megalópolis en el centro del país, se ha extendido en 6 millones de habitantes. “Algunas ciudades crecen con mayor velocidad como Pachuca y Toluca, aunque en menos cantidad”, indicó.
Subrayó que el reto que enfrentan estas urbes es el incremento de costos; además, que “no se ha tocado el mercado inmobiliario”, el cual es cerrado y en él actúan sólo un grupo de empresas vendedoras, lo que provoca que el precio por metro cuadrado en áreas urbanizadas esté por arriba de otras zonas, lo que genera especulación.
“Cada vez, las ciudades son más complejas y se reducen sus capacidades para crecer, distribuir y moverse; eso afecta su productividad”.
Por su parte, el director general de la Coordinación Metropolitana de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Francisco Covarrubias Gaytán, aseguró que hace falta una gobernanza metropolitana, así como una coordinación que atienda el orden social y económico. “Debemos lograr una mejor megalópolis, que sigue siendo el centro y corazón de México”.
“Necesitamos atenderla con los instrumentos que tenemos a la mano, pero los marcos jurídico y financiero de las entidades y el gobierno federal deben dar ese ordenamiento territorial”, expresó.
Reconoció que el problema del aire ha obligado a establecer medidas en toda el área circundante, no obstante que estos fenómenos “cada vez más frecuentes” son a causa de la producción de contaminantes y el cambio climático.
Martin Obermaier, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil), acusó que no se toman en cuenta los estudios especializados para resolver los problemas derivados de la sobrepoblación, al momento de planear las ciudades, o en las políticas en la materia.
Lo anterior, lamentó, provoca que se “desconozcan las soluciones” a la pobreza, contaminación, falta de agua, enfermedades y el cambio climático, entre otros. Es necesario establecer vínculos entre quienes toman las decisiones, los ciudadanos y los investigadores, para co-crear proyectos, recomendó.
En el mismo tenor, Roberto Eibenschutz Hartman, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sostuvo que a pesar de que existe una gran cantidad de estudios y análisis de expertos en torno a los requerimientos de las megalópolis, “no hay la decisión política para tomarlos en cuenta o llevarlos a la práctica”.
“Qué bueno que los diputados estén preocupados por la ausencia de planeación urbana, pero este problema está más de su lado que de las instituciones académicas. Está del lado de quienes toman decisiones y de quienes aprueban las legislaciones”, añadió.
En este punto, el académico de la UAM aseguró que la legislación en materia de Desarrollo Urbano se ha pospuesto durante nueve años.
De la Universidad de Pretoria (Sudáfrica), Alan Mabin consideró que uno de los factores que abonan al crecimiento de las urbes es el aumento de la clase media, fenómeno que no sólo se concentra en algunas regiones, sino en todas las ciudades del mundo.
Propuso, por otra parte, analizar constantemente los planes de desarrollo de ciudades y “concentrar los esfuerzos en lo que sí se puede hacer”, ya que no se pueden resolver todos los problemas a través de la planificación.
Analiese Richards, de la Pacific University (Estados Unidos), hizo hincapié en otro aspecto relevante: la continuidad de las políticas. “Se necesitan espacios de deliberación muy robustos, más allá de los tres años (la duración de una legislatura), pues la megalópolis se encuentra en alta vulnerabilidad por falta de capacidad institucional y de presupuesto, por los protagonismos y tiempos políticos”, señaló.
Destacó la conveniencia de la participación ciudadana, cuyas propuestas hacen valer los derechos consagrados en instrumentos internacionales, particularmente los que velan por el cuidado a la naturaleza. Con ello, continuó, se replantean responsabilidades y se vinculan las demandas comunes con las decisiones del gobierno, es decir, se configura una “ciudadanía ambiental”.
Sobre este tema, Karina Kloster, investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), aseguró que existe un “bombardeo de medios de comunicación y prensa”, al que calificó como “violencia subjetiva”, en contra de los movimientos que buscan frenar la imposición de obras de infraestructura que afectan a poblaciones y comunidades, principalmente indígenas, como fue el caso de la presa “La Parota”.
“La destrucción y anegación de fuentes de agua o la subordinación a decisiones gubernamentales sin tomar en cuenta la opinión de la población afectada, es violencia hídrica”, enfatizó.
La también catedrática de la UAM, Priscilla Connolly, opinó que para obtener mejores soluciones ante las paradojas de las megalópolis, es menester analizar las particularidades de cada una de las regiones que las integran, como los requerimientos de transporte, mercado o vivienda.
La investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, Naxhelli Ruiz Rivera, indicó que en el trabajo urbano se dejan de lado los procesos agrarios y ambientales, los cuales, dijo, son definitorios de lo que pasa en las interacciones de la megalópolis.
Aclaró que el problema no es la falta de planeación, sino de coordinación, así como de técnica legislativa, ya que eso impide ver que hay elementos no aplicables en los sectores urbanos, además de los huecos en las gestiones de riesgo.
En su participación, Úrsula Oswald Spring, especialista del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, señaló que la megalópolis representa un “problema gigantesco”, pues los suburbios se conectan de manera desordenada, lo cual provoca afectaciones ambientales y escasez de agua.
De igual modo, destacó que la Ciudad de México sufre una doble vulnerabilidad: amenazas naturales y sociales. Consideró necesario adoptar políticas públicas que coloquen la seguridad humana por encima de la social, con el propósito de que se logre conjuntar la mitigación y readaptación con el medio ambiente.
En su ponencia “Vulnerabilidad a riesgos socio-hidrológicos en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México”, el investigador del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (Lancis) de la UNAM, Luis Bojórquez Tapia, consideró necesario generar una métrica, a través de una plataforma computacional, para ver qué es lo ideal para la Ciudad de México y usar a favor las nuevas tecnologías en materia hídrica, pues todas las decisiones acerca del manejo del agua están fijas.
Subrayó que hay que cambiar el modelo de toma de decisiones en las Megalópolis, pues “decir que esas zonas no van a crecer sólo es un buen deseo. Las ciudades seguirán su expansión, volviéndose lugares cada vez más endebles”.