A tres décadas del temblor de 1985, la tecnología ha avanzado, pero falta por aprender

El 19 de septiembre de 1985 a las 7:19 de la mañana tuvo lugar un movimiento telúrico de 8.1 grados Richter en las costas de Michoacán. Fue registrado como el segundo más intenso en México y sus efectos fueron devastadores.

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El sismo de 1985 tuvo origen a las 7:19 de la mañana en las costas de Michoacán, fue de 8.1 grados Richter y dejó al menos seis mil fallecidos y pérdidas económicas que superan los cuatro mil 100 millones de dólares.

Las cifras oficiales indican que hubo al menos seis mil fallecidos y se han mencionado pérdidas económicas que superan los cuatro mil 100 millones de dólares. Al respecto, la UNAM organizó el Congreso Avances y Retos en Sismología, Ingeniería y Gestión de Riesgos a 30 Años del Sismo de 1985.

Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional, indicó que la catástrofe fue un parteaguas para la ciudad de México y 30 años después se creó este foro para discutir lo aprendido y los retos pendientes.

Para Adalberto Noyola Robles, director del Instituto de Ingeniería (II), este terremoto representó una llamada de atención brutal para los mexicanos. “Descubrimos que aún resta mucho por aprender”. Desde la creación de la entidad a su cargo, en 1956, ésta ha sido crucial para investigar sobre la temática y ha logrado contribuciones sobresalientes en el rubro, apuntó.

Por su parte, Arturo Iglesias Mendoza, titular del Instituto de Geofísica (IGf), mencionó que este acontecimiento marcó a varias generaciones. Desde entonces, la situación ha cambiado notablemente y hoy se otorga mayor peso a protección civil en los entes del gobierno.

Carlos Miguel Valdés González, responsable del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), recordó los diferentes eventos telúricos que han afectado a México como el de 1957 con epicentro en Acapulco, Guerrero; el de 1979, con origen en Petatlán, Guerrero, o el de 1985, con centro en Michoacán, entre otros, que en su opinión son un recordatorio de que vivimos en un país sísmicamente activo. “Por ello, es fundamental comunicar el conocimiento adquirido sobre zonas de alta sismicidad”.

En su oportunidad, Luis Felipe Puente Espinosa, coordinador Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, expresó que hace 30 años no se tenía conciencia de la vulnerabilidad en territorio nacional; a la fecha han sido muchos los avances, aunque aún tenemos la tarea de construir un país seguro. Es preciso actualizar constantemente los reglamentos de construcción y determinar nuevos elementos para mejorar las políticas públicas, subrayó.

Subducción en la zona

En la primera sesión plenaria, Hiroo Kanamori, del California Institute of Technology, impartió la conferencia Living with subduction-zone Eartquakes, en la que dijo que la brecha sísmica —zona de quiescencia de un borde convergente entre placas tectónicas, en la que a pesar de tener una historia de sismicidad conocida, no se han producido terremotos ni presentado actividad relevante en los últimos 30 años— sirve para comprender una serie de eventos, aunque faltan detalles por averiguar.

A tres décadas del suceso en México, la tecnología ha evolucionado y el GPS satelital es un método cuantitativo para dar un pronóstico, aunque con cierta incertidumbre, ya que hay otros factores que influyen.

El congreso se lleva a cabo en el Centro de Exposiciones y Congresos de la UNAM y está dirigido a profesionales vinculados con el tema, la industria de la construcción, seguridad sísmica y diseño estructural, protección civil, prevención de desastres y mitigación de riesgos, tanto de instituciones y organismos como de los sectores público, privado y social.

En la inauguración estuvieron además Gerardo Carrasco Núñez, titular del Centro de Geociencias; Juan Manuel Espinosa, director General del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires), y Fausto Lugo, secretario de Protección Civil del DF.