Esta misión fue muy importante para México, pues en esa época nunca antes un representante de Latinoamérica había sido aceptado en las instalaciones de la NASA para ser entrenado y viajar en un vehículo espacial alrededor de la Tierra, dijo en entrevista exclusiva el tripulante de la misión STS-61-B, que despegó el 26 de noviembre de 1985 a bordo del transbordador espacial Atlantis.
“Han pasado 30 años y este hecho histórico no se ha podido repetir”, señaló el astronauta nacido en Chilpancingo, Guerrero, al preguntarse cómo iba a ser todo aquello.
“Sinceramente llevaba dentro de mí la preocupación de hacer un papel digno por el país, porque sabía que todos los medios y toda la sociedad estaban pendientes”, expresó.
Respecto a la experiencia de estar en el espacio, Neri Vela aseguró que luego de adaptarse al síndrome del mareo y de tener “el gusto de ver por la ventana nuestra casa, la Tierra, todos los que hemos ido nos quedamos asombrados y maravillados por el hermoso colorido, por la majestuosidad de lo que estamos contemplando”, pues no se ven fronteras, todo se ve como un mundo en armonía.
“Es un sentimiento de que todos venimos de ese lugar, ojalá que todos pudiésemos vivir en armonía, en paz”, añadió el ingeniero, quien confió en que algún día el planeta sea una nación única.
“Ojalá que todos los políticos pudieran irse al espacio aunque sea dos minutos y vieran la Tierra, y entonces cambiarían tal vez de actitud, de filosofía”, comentó.
Neri Vela aseguró que siguen siendo amigos los siete miembros de la misión que orbitó la Tierra 109 veces, colocó tres satélites de comunicaciones en órbita, entre ellos el Morelos II, y llevó a cabo experimentos diseñados por mexicanos.