El campeón se tambaleaba y el aspirante Manny Pacquiao danzaba con pié ligero tras sonar el gong final de la pelea por el título mundial de los welters en el MGM Grand de Las Vegas.
Con su clara y merecida victoria por puntos, Pacquiao arrebató la corona a Bradley, desquitándose de la discutida derrota ante el pugil norteamericano del 9 de junio de 2012.
"Me planteó un buen combate, no fue fácil. Me siento muy feliz", dijo Pacquiao, de 35 años, a quien escépticos habían predicho una nueva derrota y el fin de su carrera.
Pero los 14,000 espectadores vieron que sin duda alguna, Pacquiao es el mejor boxeador de su categoría. Bradley reconoció deportivamente la victoria de su rival.
"He perdido ante uno de los mejores luchadores del mundo. Me descubro ante Manny y su equipo", dijo Bradley tras la primera derrota de su carrera.
El californiano de 30 años tuvo que oir durante dos largos años que él no era el verdadero campeón. Pese a que Bradley fue claramemte superado por número de golpes (159-253), los jueces decidieron aquella vez a su favor.
Esta vez, el zurdo norteamericano no quería que los jueces decidieran y salió dispuesto a noquer a Pacquiao, tal como anunció antes de la pelea. Y el "Desert storm" (tormenta del desierto) que es su nombre de batalla, comenzó bien, se movió mejor y fue el más activo.
Pero luego se impuso el campéon, tanto mas cuanto flaquearon las fuerzas de Bradley con la duración del combate. El norteamericano, que buscó en vano el "lucky punch" (golpe afortunado), dijo después del combate que estaba lesionado en la pantorrilla, pero que ello no era excusa para la derrota.
A la pregunta de que planea para el inmediato futuro, Pacquiao dijo que lo dejaba en manos de su promotor. Los expertos parten de la base de que seguramente habrá una tercera pelea entre él y Bradley. (DPA)