Apenas 450 kilómetros al este de Crimea, el balneario de Sochi recibirá entre palmeras y a orillas del Mar Negro unos Juegos Paralímpicos en los que los organizadores esperan mostrar al mundo una imagen de paz y unidad.
Por contra, Crimea vive muy alejada de esa unión que promueve el movimiento olímpico: la península es territorio ucraniano, pero la mayoría de la población es de origen ruso. La comunidad internacional acusó en los últimos días a Rusia de desplegar a su ejército en Crimea con la intención de anexionarse la zona.
Los atletas ucranianos ya aterrizaron en Sochi y aseguraron que tomarán parte de las competiciones, que se disputarán a lo largo de nueve días.
Al igual que los Juegos Olímpicos que terminaron recientemente, los Paralímpicos tendrán un alto componente político. Si la gran preocupación del presidente ruso, Vladimir Putin, antes de los Olímpicos eran las amenazas terroristas, ahora es la crisis de Crimea la que reclama los focos.
Varios políticos internacionales y casas reales europeas amenazaron con boicotear la cita para discapacitados. La heredera al trono de Suecia, Victoria, la princesa noruega Martha Louise y el príncipe británico Eduardo no asistirán a los Paralímpicos.
Los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido ya anunciaron que no tendrán representación oficial en los undécimos Juegos Paralímpicos de invierno, en los que habrá 72 pruebas, incluido el debut del snowboard cross.
En Sochi, donde se disputarán el curling y el hockey sobre hielo, y en Krasnaya Polyana, sede del biatlón, del esquí de fondo y del esquí alpino, hubo una intensa actividad en los últimos días.
Los martillos y las taladradoras no dejaban de trabajar para poner todo a punto. Mientras, los competidores y sus ayudantes se preparaban sobre la nieve artificial que descargaron los cañones. Y no se espera precisamente una mejora de las condiciones: expertos meteorológicos pronostican temperaturas de hasta 15 grados centígrados en los próximos días, lo que impide cualquier nevada posible.
Sin embargo, el presidente del Comité Paralímpico Internacional (IPC), Philip Craven, espera un espectáculo único: "La función del IPC es organizar los mejores Juegos Paralímpicos posibles para aquellos deportistas que dedicaron varios años de sus vidas para llegar hasta aquí".
El ex jugador de baloncesto en silla de ruedas también mostró cierta preocupación por la crisis de Crimea, un problema tan cercano política y físicamente que promete eclipsar a las estrellas paralímpicas.
"Estamos siguiendo la situación al detalle. La seguridad y el bienestar de los atletas y los otros miembros de la delegación tienen para nosotros la máxima prioridad".
Craven puede al menos estar tranquilo en el plano deportivo, donde habrá una participación récord: 575 atletas de 46 países (dos más que en Vancouver 2010) estarán representados en Sochi, donde debutarán Brasil, Turquía, Kirguistán y Uzbekistán. (DPA)