En grupos pequeños y respetando las distancias de seguridad por la COVID-19, escolares lideraron campañas en ciudades como Sídney, Melbourne o Perth bajo el lema "Financia nuestro futuro, no el gas" en referencia a la contaminante política energética del Gobierno australiano.
"El clima está cambiando, ¿por qué no nosotros también?", "Estáis quemando nuestro futuro" o "Más tarde es demasiado tarde" son algunos de los mensajes que se pueden leer en las pancartas de los estudiantes, que piden una transición en el país hacia un 100 por ciento de energías renovables para el 2030.
En este sentido, critican que el Gobierno australiano gaste 12,000 millones de dólares australianos (unos 8,400 millones de dólares o 7,200 millones de euros) de los impuestos en subsidios para los combustibles fósiles.
Además de los estudiantes, las manifestaciones cuentan con el apoyo de los sindicatos y grupos de defensa de las minorías indígenas, incluidas las que están afectadas por proyectos de gas como el del Estrecho de Torres entre Australia y Papúa Nueva Guinea.
"El cambio que necesitamos es dinero dirigido a las renovables como la (energía) solar y eólica. Necesitamos financiación del Gobierno para hacer posible la transición de los trabajadores de las energías fósiles a las renovables para no dejar a nadie atrás", dijo en Twitter Ella Simons, una estudiante australiana.
El Gobierno del primer ministro australiano, Scott Morrison, justifica su apoyo a las energías fósiles para garantizar la independencia energética del país y crear trabajo, por lo que sigue promoviendo la explotación de yacimientos de gas y carbón.
Australia es el mayor exportador de carbón del mundo y contribuye a un 5 por ciento del total mundial de la contaminación climática, si se suman las emisiones a nivel doméstico de gases que provocan el efecto invernadero (1.4 por ciento) y las exportaciones de gas, combustibles y carbón (3.6 por ciento).
El Día de Acción Global ha sido convocado por ecologistas y jóvenes de todo el mundo movilizados en torno al movimiento Fridays For Future (FFF), surgido a raíz de las protestas de la joven activista sueca Greta Thunberg.
Su objetivo es pedir a la Asamblea de la ONU, que tiene lugar entre el 15 y 30 de septiembre, que tome medidas urgentes para cumplir el Acuerdo de París, que busca evitar que se sobrepase en este siglo la barrera de 1.5 grados de aumento de la temperatura global, que acarrearía consecuencias graves al planeta.