Muy pocos deportistas pasan desapercibidos por su ropa en Sochi. Son los jóvenes los que más ropa estrafalaria visten, pese a que algún veterano también reclama atención, como el mexicano Hubertus von Hohenlohe, que se lanzará por las pistas de esquí con un traje de mariachi.
"La idea es reflejar en las pistas a México lo mejor posible", señaló recientemente a dpa Von Hohenlohe, con 55 años el deportista más veterano en Sochi. "Ahora, como también soy cantante y músico, porque me gusta el arte, pues hemos hecho esto".
Su traje de cantante mexicano no pasará seguro desapercibido, como tampoco lo hacen los cascos de los deportistas. La protección de la cabeza es casi unánime en los deportes de invierno y muchos atletas lo aprovechan para mostrar su mundo interior.
En los cascos del skeleton hay cerebros, animales y calaveras, normalmente a juego con algún color de los apretados trajes que llevan para oponer la menor resistencia posible al viento.
Mucho más anchos son los pantalones de los esquiadores y snowboarders freestyle. Su misión no es llegar a la meta lo antes posible, sino sorprender con saltos y acrobacias. Pero también alguno lo hace con su aspecto.
El esquiador sueco Henrik Harlaut, que participó hoy en esquí slopestyle, es uno de los más buscados por los fotógrafos. Sus largas rastas que salen del casco dibujan figuras en el aire difíciles de imaginar. Cada vez que Harlaut llega a la meta lo primero que hace es subirse los pantalones, pues tras tanto movimiento sin cinturón que lo sujete termina con ellos casi por las rodillas.
Aunque si uno quiere ver pantalones llamativos hay que bajar de Krasnaya Polyana a Sochi y comprar una entrada para entrar al Ice Cube Center, escenario del curling. Quizá sea uno de los deportes menos emocionantes de los Juegos, pero el equipo noruego promete sensaciones con sus bombachos de colores.
Ganen el oro o no, los noruegos creen que son los que mejor visten de todo el torneo. "Sí, nosotros lo pensamos. Nos sentimos cómodos y si uno se siente bien, juega bien", dijo el jugador Christoffer Svae.
Bosco es la marca que más personas viste en Sochi. Además de selecciones como Rusia, Ucrania o España, la firma local es la responsable de que nadie pierda de vista a los voluntarios.
Los trajes de los ayudantes de la organización no pasan inadvertidos para nadie, pero al público le gusta, ya que la tienda de Bosco en Sochi apenas tenía hoy ropa para vender. Casi toda estaba ya en manos de espectadores y periodistas, pese a que una chaqueta cuesta alrededor de 130 dólares.
"A mí me gusta", dijo el español Adriá Díaz enfundado en un llamativo abrigo de Bosco que ya despertó críticas en España en los Juegos de Londres 2012. "Así nos encontramos más fácil, porque ves a cada uno por ahí...", señaló a su lado su compañera Sara Hurtado.
La vestimenta verde fosforita de Eslovenia es casi cegadora cuando refleja los rayos del sol, que no son pocos estos días en Sochi. Tanto, que alguno incluso se broncea sin camiseta en las terrazas de la villa olímpica.
En el patinaje sobre hielo se siguen llevando -como marca la tradición- las lentejuelas, los flecos y las minifaldas, pese a que ciertos patinadores intentan acabar con el cliché de las mallas apretadas.
Hay ciertos deportistas en Sochi que incluso no visten sus propias prendas. "Llevo los pantalones de otra persona y se los tendré que devolver. No sé de quiénes son", dijo la patinadora rusa Olga Fatkulina tras lograr la plata en 500 metros.
Hay normativas para cada deporte sobre cómo deben vestir los atletas. En esquí de fondo, por ejemplo, los competidores tienen que llevar pantalones y chaqueta por separado, no puede ser un mono como los de esquí alpino o patinaje de velocidad.
La esquiadora freestyle canadiense Kaya Turski diseña ropa y accesorios en su tiempo libre, mientras que su compatriota Chloé Dufour-Lapointe quiere iniciar una aventura en el mundo de la moda cuando dejé los esquís. El snowboarder neozelandés Josiah Wells lanzó recientemente una línea de gafas de sol. Los Juegos de Sochi son también una pasarela. (DPA)