Conciliar maternidad y trabajo aún es desafío para mujeres europeas

Las mujeres de la Unión Europea (UE) siguen enfrentando dificultades para conciliar maternidad y carrera laboral, pese a los avances logrados en la última década.

Etiquetas: 

Según un informe publicado por la Comisión Europea con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este domingo, la tasa de mujeres empleadas en la UE es 11.5 por ciento, inferior a la meta que se estableció la mancomunidad de cara a 2020 de 75 por ciento.

En 2014 el 63.5 por ciento de las europeas en edad laboral tenían un trabajo fuera de casa y en 20.3 por ciento de los casos se trataba de un contrato a tiempo parcial.

Entre los hombres, 75 por ciento estaban empleados, de los cuales solo 6.2 por ciento a tiempo parcial.

Las diferencias, según Bruselas, se explican por la mayor dedicación de las mujeres al día a día de la familia: si los hombres que trabajan consagran en media 9 horas por semana a los cuidados de los niños y a las tareas domésticas no remuneradas, las mujeres en las mismas condiciones emplean 26 horas por semana a esas actividades.

Y eso que 97 por ciento de los europeos afirman estar a favor de una repartición igualitaria de las tareas domésticas.

“Ellas llevan una doble carga. Mejorar la posición de las mujeres en la economía siempre estuvo estrechamente relacionado con encontrar maneras de reconciliar trabajo y vida familiar”, señala el informe del Ejecutivo europeo.

Bruselas sostiene que para cambiar la situación es esencial poner en marcha una “mezcla de políticas que ofrezcan a las madres y padres alternativas reales”.

Ello incluye la garantía de licencias remuneradas tanto para hombres como para mujeres, guarderías de calidad y bajo coste, y flexibilidad en los horarios y condiciones de trabajo.

Además de la dificultad para conciliar vida familiar y laboral, las mujeres europeas también sufren discriminación salarial, recibiendo en media 16.4 por ciento menos que los hombres en funciones similares, aunque la igualdad de pago es un principio recogido en los tratados de la UE desde 1957.

“La aplicación de ese principio es esencial, ya que las diferencias salariales contribuyen para ampliar las desigualdades en las vidas de las personas”, señala Bruselas.

Con salarios más bajos, menos oportunidades de trabajo a tiempo integral y carreras interrumpidas debido a la necesidad de ocuparse de la familia, las mujeres suelen tener también pensiones muy inferiores a las de los hombres al final de su vida laboral.

Como resultado, el riesgo de pobreza y exclusión social afecta a unos ocho millones más de mujeres que hombres en la UE, la mayoría de ellas madres solteras, advierte la Comisión Europea.