La elecciones de noviembre serán las primeras presidenciales en que los contendientes contarán con el apoyo indirecto, pero esencial, de los llamados Super-PAC, creados en julio de 2010 tras una sentencia del Tribunal Supremo que elimina los límites de fondos a los conocidos como "Comités de Acción Política" o PAC.
Los Super-PAC, que recaudarán cientos de miles de millones, tienen carácter independiente y no pueden apoyar financieramente de modo directo a ninguno de los candidatos, aunque sí pueden hacerlo en un terreno al final mucho más rentable: el de las ideas.
"En las elecciones el dinero tiene un importante impacto, pero no es la única variable, los votantes tendrán la última palabra", indicó en entrevista con Efe Jonathan Collegio, director de comunicaciones de American Crossroads, uno de los mayores Super-PAC y favorable al virtual candidato republicano, Mitt Romney.
El presidente Barack Obama, que se juega una complicada reelección, llamó a estas organizaciones "una amenaza a la democracia", aunque recientemente, visto el peso que habían adquirido, rectificó al aceptar las simpatías del Super-PAC "Priorities USA".
"Obama sabe que para frenar el efecto del inmenso caudal de dinero de los republicanos es necesario jugar con las mismas reglas", explicó el cofundador de "Priorities USA" Bill Burton, ex portavoz del presidente.
"La decisión del Supremo sobre los Super-PAC hizo que el dinero de las corporaciones y las grandes fortunas fluya en la política de una manera que no se ha visto nunca antes", indica Burton en crítica a los PAC republicanos, mucho más numerosos.
En el lado de Obama, "Priorities USA", que ha atacado a Romney por su pasado como inversor, también agrupa las donaciones de grandes fortunas, como las que proceden del mundo de Hollywood, organizaciones o grandes sindicatos.
"Las reglas son las mismas para todos, pero en el lado republicano el tener amigos ricos y la influencia del dinero se ha convertido en algo clave. Si la industria del petróleo tiene interés en atacar a Obama, pone un millón de dólares, algo que por otro lado es perfectamente legal", describe Burton.
Obama ha prometido acabar una vez reelegido con la libertad y opacidad con la que operan los Super-PAC, que en opinión de Burton han contribuido en elevar lo negativo de los mensajes.
El dinero gastado hasta el momento por los Super-PAC supera los 100 millones de dólares, fondos que se multiplicarán más rápido con la cercanía de las elecciones y después de que Romney se confirme oficialmente como rival de Obama.
"Un Super-PAC funciona mejor y es capaz de captar más dinero cuando está en el lado de la oposición", asegura Collegio, cuya organización cuenta con Karl Rove, conocido con el sobrenombre de "El Arquitecto" y responsable de la campaña que llevó a la presidencia a George W. Bush.
"American Crossroads paga anuncios e investigaciones para exponer los errores de Obama y aunque estamos alineados con Romney no coordinamos ni podemos tener relación con los organizadores de la campaña de Romney", indica Collegio.
"Es muy difícil negar la legitimidad de los Super PAC (...), pero estos organismos seguirán funcionando en el futuro", indica Collegio ante la posibilidad de que una vez reelegido Obama intente limitar el campo de actuación de los Comités de Acción Política.
"Lo que hacemos ya lo hacen desde hace tiempo los grupos medioambientales cuando intentan influir en Washington y lanzar campañas contra una ley, es algo sano para la democracia que haya pluralidad de voces", indica Collegio.
Tanto en el lado republicano como el demócrata reconocen la importancia de conquistar con estas multimillonarias campañas a los votantes indecisos, aunque recuerdan que el pasado ha demostrado que ser el primero en recaudación no garantiza la llave de la Casa Blanca.