El surrealismo es la vía que ha tomado Loewe en las últimas colecciones, de la mano del británico Jonathan Anderson, que tras haber explorado la introducción de esmaltes y cerámicas en zapatos, hoy mostró que el lugar de una flor puede ser también un vestido.
Una flor de anturio gigante -planta tropical de color rojo- salía de un túnel en mitad de la sala en la que tenía lugar el desfile, y esa misma flor -que los invitados habían recibido como invitación- se convertía en una especie de top que cubre el pecho.
Así, los tallos se convirtieron en tirantes de los vestidos más mini que se han visto recientemente en la pasarela, tan cortos que se podía casi ver la ropa interior.
En los últimos años tan solo Saint Laurent seguía apostándolo todo a los cortes excesivamente mini, pero después del éxito de Miu Miu y sus faldas de talle cortísimo o Isabel Marant con sus "shorts" tipo cinturón, ahora le ha llegado el turno a Loewe que exploró la silueta con vestidos de cuello de pelo y faldas plisadas con vuelo.
Las flores se convirtieron también en el empeine de las sandalias de tacón alto y fino, en una colección donde Anderson continuó explorando las siluetas del futuro: un armazón que cubre el pecho como una plancha vertical hasta cubrir media cara; un top de metal con flores y vestidos de noche en terciopelo, con escote palabra de honor y una 'péplum' rígido que parece un miriñaque.
Entre bambalinas, Anderson reconoció que el punto de partida fue la colección mostrada hace dos temporadas, en el mismo espacio dentro de la Gendarmería de París, y que jugó con algunos de los códigos propuestos entonces: los balones de los zapatos ahora son globos desinflados, o el armazón dorado de entonces, ahora se lleva por dentro.
La gama de tonos pasteles, con mucho blanco, amarillo y azules en la pasarela, suavizó la impresión de la colección, en la que contrastó la rigidez de las siluetas con la ligereza de los escotes, las piernas al aire y las sandalias de noche. Una piedra más en el camino hacia la moda del futuro que está trabando Loewe.
La firma española, propiedad del conglomerado LVMH, no fue la única que se arriesgó este viernes con las siluetas.
SILUETAS ESCULTÓRICAS
También lo hizo la firma japonesa Issey Miyake en un gran desfile que tuvo lugar a las afueras de París y que sirvió de homenaje al fundador de la firma, el japonés que le da nombre, fallecido en agosto a los 84 años.
Hoy, el director creativo de la firma, el también japonés Satsohi Kondo, quiso recordar a un hombre que, según contó a la prensa tras el desfile, le incitó a no poner límites a su curiosidad, a confiar en ella y no tener miedo de la originalidad.
La aventura hacia la curiosidad y la alegría de vivir de Kondo se tradujo en vestidos con una silueta escultórica: picos triangulares que rodean el pecho y formas abombadas que marcan las caderas en tejidos plisados elásticos de una fluidez evidente, tanto, que las modelos podían permitirse correr y bailar en ellos.
Estos vestido tipo malla, que fueron sobre todo creados en tonos rosa palo, blancos, pero también con toques de violeta, verde pistacho, marrón y negro, representaron la posibilidad de una silueta que es al mismo tiempo dinámica pero silenciosa, atrevida y elegante.
Una forma robusta que, según el diseñador, no encierre el cuerpo, sino que lo rodea y le permite respirar libertad.
La proyección de una imagen de Miyake al inicio del desfile despertó un sonado aplauso entre el público, un último adiós al hombre que volvió a poner el plisado de moda.